Los besos son una forma de comunicación y expresión del afecto muy comunes en la sociedad española. No ocurre así en otras partes del mundo, puesto que un beso significa cercanía, intimidad, confianza, y todo esto no se habría de expresar con desconocidos.
Ocurre muy frecuentemente en niños que, durante su desarrollo, reciben mensajes del tipo: «Tienes que saludar dando un beso», «Si no me das un beso, me enfado», «Dale un beso al abuelo/tío/vecino, no seas maleducado» «Hasta que no me des un beso no te doy X cosa o te llevo a tal sitio», «Si no me das un beso, yo tampoco te lo doy».
Bien, esto, que pueden parecer verbalizaciones inocentes y que están bastante instauradas en el día a día, pueden funcionar como punto de partida para diversas situaciones problemáticas.
Podemos emparejar, por lo tanto, lo siguiente:
- Los besos no tienen valía diferenciadora porque los tengo que dar siempre y a todo el mundo.
- Mi cuerpo y mi afectividad no me pertenecen porque lo tengo que poner a disposición de otros.
- Si quiero conseguir algo que me guste, tengo que dar afecto a pesar de que éste no sea espontáneo.
- Para que no me dejen de querer, tengo que ser afectuoso.
- Necesito hacerme cargo del estado de ánimo negativo de otras personas.
Si te está generando esto rechazo o te parece que es ser muy «tiquismiquis«, te invitamos a que nos sigas leyendo para reflexionar.
En consulta (y fuera de ella) vemos claramente como los casos de Abuso Sexual Infantil #ASI son frecuentes y empiezan por conductas de este estilo, de las que parecen nimias. También, en la adolescencia, es frecuente que haya personas que » se regalen» a nivel sexual a cambio de productos, dinero y también para sentirse vistos, mirados y queridos. Esto, si no se aborda, puede generar un gran vacío interno que nos acompañará en la adultez y determinará nuestras relaciones sociales y nuestra autoestima.
Por lo tanto, si eres adulto, por favor:
No fuerces a nadie a que te dé un beso, por muchas ganas que tengas, tendrás que trabajártelas, pero el afecto no se fuerza.
Tampoco obligues a los de alrededor a que den su afecto si no quieren ni están dispuestos.
Un niño puede saludar perfectamente chocando la mano, haciendo un baile, sonriendo, guiñando un ojo o diciendo «hola».
No chantajees con premios ni castigos si no recibes los besos que deseas.
Enséñale a respetar su cuerpo, a poner límites o defiéndele en público si alguna persona le dice algo como «Qué niño más soso que no da nada besos».
Respeta al que tienes enfrente.
Hay salida.